domingo, 8 de noviembre de 2009

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Fragmentos minúsculos de cristal flotaban por la habitación como si la gravedad se hubiera desvanecido por completo, el y ella lo observaban con atención, desnudos sobre la cama, desnudos, porque la ropa les pesaba. Sentían que la prolongación de sus dedos aumentaba lentamente, que se hacían mas largos y finos, mas frágiles y delicados. Admiraban atentamente el humo esparcido por la habitación, que parecía pelearse con los pedacitos de cristal que aun flotaban. El espacio y el tiempo habían desaparecido completamente, mientras ellos, sumidos en el más inmenso éxtasis se tocaban, se olvidaban de respirar. No debían. Ahora toda su atención se había concentrado en el aire que aspiraban y expiraban y en el continuo latido de su corazón, cada vez mas grave, cada vez mas fuerte. Existía un océano entre sus bocas que se comprimía con cada aspiración y se expandía a cada expiración, ella había comprendido aquel inmenso mar , le resbalaba por todo su cuerpo como si fuera una pequeña porción de cabello que se rebela contra su naturaleza fija .ahora ella nadaba y nadaba siempre con grandes brazadas que agitaban el poderoso mar de neptuno,lo sentía ,fluía entre sus dientes, desembarcando en una isla , la mas carnal de todas cuantas había probado, y lo lamía y lo mordía, cada vez mas fuerte, sentía como la sangre resbalaba por sus labios, sentía aquella forma fálica dentro de su boca, entre sus dientes, en su poder.Él entendía lo que ella le proponía y no decía nada, la miraba y ella le miraba, y en aquel universo etéreo que habían creado se desvanecían lentamente, solos, siempre juntos.

martes, 20 de octubre de 2009

INMORTAL

Mi existencia era tan simple hasta que él apareció en mi vida.., y solo hizo falta su presencia para que todo fuera eternamente perfecto.
Los minutos a su lado se me hacían insaciables, Valencia, nunca había tenido tanta grandeza como ahora, a su lado. Caminábamos incansablemente por callejuelas desconocidas y nos reíamos. Nos amábamos.
Soñábamos con ir a Madrid algún día y disfrutar de la ciudad viéndolo todo desde nuestro punto de vista, que era tan diferente al de los demás...
Era tan feliz, no pensaba en nada, no sentía nada más allá de lo que le rodeaba. Y no hubiese dudado ni un segundo en entregarme completamente a la voluntad del destino sabiendo que él estaba conmigo. Me había convertido en una soñadora.
En su habitación, en su cama, todo lo demás carecía de importancia. Nos deseábamos. Nos deseábamos hasta la saciedad, y nunca nos saciábamos. Sus manos firmes recorrían las curvas de mi cuerpo lentamente, acariciándome los senos y deslizándose poco a poco por cada rincón de mi piel, pasando por mis piernas hasta llegar a mi sexo, rozándolo discretamente con la yema de sus dedos, excitándolo con su lengua.
Placenteros escalofríos recorrían mi espalda erizándome la piel. La respiración se aceleraba y los ojos se nos cerraban dejando paso a la intensa estimulación de cada uno de nuestros sentidos. Entonces, los dos nos fundíamos en uno. Nuestros cuerpos se movían voluptuosamente al unísono, y nuestras mentes, tan místicamente unidas, hacían de esos momentos algo único. Nos olvidábamos del tiempo, nos impregnábamos de amor y lujuria llegando a un nivel metafísico, inalcanzable para los demás. Era mágico.
Alcanzábamos la cúspide del más intenso placer, nos mirábamos, sonreíamos y yo, me recogía entre sus brazos, me sentía protegida, me sentía inmortal.